Historias del Arenero.
– ¿Acá les parece?
Decidimos sentarnos en el escalón de un negocio de cortinas. Los chicos nos sentamos sobre el sócalo contra la persiana negra cuadriculada que hizo ruido al apoyarnos. Las chicas sentadas trasero en baldosa sin importarle las suciedad, muy osadas. Una linda rondita de tres contra tres.
Sacamos las cervezas y el maní japonés, o el maní de birra, como le dice Romi. Una Stella y una Heineken. Tincho comentó que la Stella es una cerveza para chicas, suave y con poca espuma.
Me costó sacar las llaves del bolsillo chiquito del jean, siempre llevo muchas monedas para el bondi, se me complica para las llaves. Las saqué y abrí las birras con un llavero abridor de Quilmes que me regaló Miguel en esas noches de barrileteada. Ofrecí la cerveza a las chicas, quienes tomaron la Heineken. A Tincho no le quedó otra que besar a Stella.
Charlamos un rato de política, películas y publicidades. Realidades cotidianas de la vida. Es ahí cuando Anabela realizó uno de los actos más eróticos que recuerdo haber presenciado. Con toda la palma de su mano toma del cuello la botella de litro, como si estuviese sosteniendo un micrófono, realiza un trago largo y se desquita con un buen eructo. Todos nos quedamos anonadados.
– Mejor afuera que adentro. – dijo. Reímos. Osada.
En la distancia diviso que se acerca Facundo, lo reconozco al instante por su particular andar despreocupado. Me levanté y nos abrazamos, me dio alegría verlo. Siempre me lo ando cruzando por el barrio. El flaco saludó a Tincho y luego al resto con una reverencia generalizada.
Nos quedamos charlando un rato, me contó de su increíble incursión en el Yoga. Intercambiamos dos palabras y se dispuso a continuar con su trayecto, no sin antes volver a dar una reverencia generalizada. A Tincho le tiró un, –Tenemos que hacer una cerve un día de estos. Tincho le dijo, – Si si, nos vemos en Disney.
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