Historias del Arenero.
Tardecita, merienda, leche y galletitas.
Juanjo toma una galletita oreo y la moja en la leche chocolatada. Martina lo imita. A Martina le gusta de Juanjo, él lo sabe, pero se hace el distraído porque a él le gustan los superhéroes.
Martina y Juanjo son muy amigos del cuarto grado del colegio. Se conocen desde bebes porque el padre de Martina y la madre de Juanjo se conocen del colegio también. Porque sus padres eran muy amigos cuando llegaron en el mismo barco desde España. A Martina le pusieron Martina porque la abuela se llama Martina. Martina no ve mucho a su abuela Martina porque Martina, la abuela, cree que todas las enfermedades que se contagia, es por Martina, la nieta.
Juanjo se encuentra muy ansioso porque a la noche su padre lo va a llevar a ver la nueva película de Capitán América. Se encuentra muy ansioso porque cuando fueron a ver la película de Thor en 3D, vieron el avance, o trailer, como le dice su tío, hermano quince años menor que su padre.
Martina sabía que Juanjo iba a ver la nueva película porque se lo contó en el segundo recreo de la mañana entre fichus y galles.
Juanjo agarra otra galletita y la moja en la leche. Martina lo imita. El joven tío de Juanjo entra a la cocina con su amigo.
– ¡Qué hacés pendejo! – lo saluda calurosamente, seguido de una despeinada.
– ¡Bien tío! - con desbordado alegrón. – Hoy vamos a ver con papá la nueva peli del Capitán América. ¡Está buenísima! Y en 3D! – El niño no podía parar ni para respirar. El tío no le dio mucha bolilla ya que enfiló directo a la heladera para buscar algo para comer, o como le dice el tío, bajonear.
– Uuuy! que garrón <fue un “Uy” un tanto extenso>, no hay nada dulce para bajonear. – le comenta el joven a su amigo.
– Uuuy! que paja < también fue un “Uy” un tanto extenso>. Bajón para nosotros. – acotó el amigo. Cierra la puerta de la heladera y se saca sus lentes de sol. A decir verdad Juanjo siempre se pregunta por qué es que su tío usa siempre lentes de sol. De día, de noche, afuera, adentro. Supuso que el tío ve la vida desde otra dimensión. Como lo hace él cuando va al cine.
El joven de las gafas tomó el dulce de leche que estaba sobre la mesada, agarró una de las galletitas de los chicos y la embutió dentro del pote semivacío. Sacó la mano con dulce en los nudillos y prácticamente tiro toda la galletita con dulce dentro de su boca. No hay palabras que describan el placer que le causó. Lo dejo a su libre imaginación, les aconsejo añadir algo de sonido también. El amigo claramente lo imitó.
Los chicos se lo quedaron mirando, no comprendían la escena. ¿Cómo algo tan sencillo como una galletita con dulce puede causar semejante reacción? De hecho, ellos estuvieron comiendo las mismas galletitas con la leche toda la tarde y no estuvieron en la misma figura ni por casualidad.
– ¿Conocés la historia de El Sargento Argento? – le preguntó el amigo al tío quien respondió negando con su cabeza mientras se lamía los nudillos. – El Sargento Argento es como El Capitán América, pero argentino. – Juanjo se arrodilló ávido sobre su silla para escuchar el relato. Estaba muy muy ansioso.
– El Sargento Argento es un superhéroe que combate el crimen en las noches de la gran ciudad. Es un gordito de la bonaerense. Que busca colocarla de onda y pegarla de frula. Su escudo es una caja de pizza vacía y la busarda se le escapa por los costados.
– ¿Y tiene poderes? – preguntó Juanjo.
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